lunes, 3 de octubre de 2016

EL VALLE DE MONTERREI






Por Jose Manuel Fernández Sobrino

Foto: Saramarfer





Han pasado nada menos que 72 años. Es decir, era 1944.  En Ourense, en la zona de Puente Canedo, mi hermano, dos años menor que yo, había contraído una enfermedad que recomendaba separarnos. Me enviaron a casa de los abuelos de Medeiros. Había que ir en coche de linea hasta Albarellos y allí vendría mi abuelo "O Fiscal" con dos burros. Nos recogía a mi tio Jacinto -que me acompañaba desde la capital- y a mí,  y subíamos con el abuelo al pueblo. Entre un par de maletas me subieron a "Ramón" un cariñoso animal con el que tan buenas migas haría. Había que ir hasta lo que quedaba del Balneario de Requeixo -que entonces era bastante- y allí arrancaba la "costa da Castiñeira" montaña arriba. Tenía ocho años y nunca olvidé la impresión extraordinaria, en impacto, que me causó aquel paisaje desde lo alto,: todo el valle de Monterrey con el castillo al fondo. Os aseguro que aquella vista me acompañó a lo largo de mi vida.
Seguimos camino y aún me quedaba por ver algo más. Al llegar a "As Lamarellas", mientras mi abuelo me explicaba que aquella gran viña que allí había era de la familia. Tuvo que guardar silencio un momento: y es que "Ramón" se puso a rebuznar con fuerza enorme ante mi sorpresa. Y el abuelo me explicó: "E que xa vé alá no fondo Medeiros, e avisa que xa estamos eiquí".
Supe después que Medeiros tenía alrededor de mil habitantes. Pero no había carretera ni luz eléctrica. Vamos, que sólo se accedía al pueblo a pie o en caballería – es decir, en burro- y por las noches se vivía a la luz del candil de petróleo. Y por supuesto, lloraba por las noches mirando al fuego de "a lareira" que iluminaba los rostros de los que estábamos sentados alrededor y mi abuela se colocaba a mi lado para consolarme, mientras yo le decía "no, abuela, no extraño, lloro por culpa del humo del fuego".

No hay comentarios:

Publicar un comentario