A medida que voy pasando as lembranzas de aquel niño de apenas diez años en Medeiros, me doy cuenta que había momentos especialmente señalados que merece la pena recuperar. Por ejemplo, ese día da malla que no era precisamente una fiesta, pero a la vez no dejaba de serlo. Porque era una jornada dura, con trabajo abundante y pesado, a pleno sol, de la mañana a la noche; pero a la vez envuelto en la alegría que daba a las familias reunidas; recoger, envasar el grano, llevarlo para casa donde se convertiría en aquel pan propio que después de pasar por el molino y el horno, llegaba a cada mesa.
Pero claro, yo estaba sólo en los meses de verano. Tras el tiempo estival y con el paso de a malla , se empezaba a preparar la vendimia. Algo de lo que me hablaban. Pero del vino, de la recogida de las uvas, de su elaboración, sólo sabía lo que me contaba Antonio, porque los mayores lo daban por conocido;no me hablaban de eso. De llevar las uvas ó lagar, en cestos que viajaban en carros o en los lomos de burros. Allí era donde las estrujaban, pisadas con los pies de los expertos. Era cuando mi mentalidad infantil se encontraba desconcertada y pasaba por mi mente aquello de “pero bueno, ¿pisan las uvas y tendrán los pies bien limpios en ese momento os paisanos?”. Así tenía que ser porque beber, lo que es beber vino lo hacían todos. Y a lo grande y cada uno con el orgullo de su propia cosecha.
Ahí me vino otra curiosidad. Las fiestas de Nochebuena y Navidad. Y los Reyes. Tampoco iba a conocerlo en Medeiros. A esa edad ya había superado lo de los Magos de Oriente, pero guardaba el secreto para que mi hermano Paco, que era más pequeño, no se enterara que los tales Reyes Magos, que compraban los juguetes y los colocaban aquella noche junto a los zapatos de cada uno de nosotros, los teníamos muy cerca diariamente. A pesar de haber descubierto el "misterio", no por eso me iba a quedar sin juguetes.
No sabía cómo era la Nochebuena en Medeiros, pero sí esperaba con relativa ilusión la de Ourense. Era muy especial porque era de mucho trabajo. En realidad en mi casa empezaba cuando aparecían en la tienda de mis padres las cajas y sacos de higos, las cajas de uvas pasas y, por supuesto, las barras de turrón. Mi padre cuidaba mucho que cada barra, originariamente de 300 gr. fuera un poquito escasa y de esa manera entraran en cada caja una o dos barras más de las normales, porque así dejaban un poco más de beneficio. Tiempos difíciles aquellos años de posguerra.
Foto: Ricardo Colmenero |
Foto: Ricardo Colmenero |
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Quedaba por saber cómo se organizaba la cosa en Reyes, con los regalos y demás. Detalle que preguntaba con cierta cautela. “¿Y en Reyes?”. Volvió a responder rápido: “Si, si, cantamos moito os Reis. Nas casas, nos camiños se non fai moito frio, e inda que o haxa, porque a xente sae da casa quente, bébese bó augardente, ou moito viño do novo…”. Lo que estaba claro es que los Reyes, en aquellos años 40, les costaba llegar a todos los lados. Pero lo más importante de las navidades en Medeiros era disfrutar de la compañía fraternal.Las casas seguían abiertas para que nadie estuviera solo. Y si llegaba algún juguete de cartón, pues mucho mejor.
Cuánto han cambiado las cosas....
Y yo volvía a pensar en el vino recién pisado, con los pies…? No le demos más vueltas.
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