domingo, 8 de enero de 2017

¡POR FIN LLEGÓ “A FESTA DO 15”!


Por Xose Manuel Fernández Sobrino

Yo era uno de los tantos interesados en celebrar, ¡por fin!, la esperada  “Festa do 15”. De siempre, la fecha más festera en toda España, y  la más celebrada en Galicia, porque ya desde aquellos años fue la más clásica. 

        Días anteriores en Medeiros,  ya tuvimos señales de que ese acontecimiento se iba a producir.  El eterno presidente de la comisión festera -salía elegido todos los años- llamado Antonio "o coruñés"    -parece ser porque hablaba mucho de A Coruña-, había reclutado media docena de vecinos que se dedicaban a recolectar posibles para las fiestas. Ya podéis imaginar que lo más apropiado era recibir dinero de los paisanos del pueblo, pero en aquellos tiempos,  acostumbrados a vivir sin él, se aportaba en especie, siendo lo más recurrido unas tegas de grao -centeno-, u  otras donaciones, como patatas, verduras…pero lo normal era ir sobre pan.

Otra señal de que la fiesta estaba muy cerca era la arribada de dos o tres carros tirados por caballerías, pertenecientes a otros tantos carniceros de Verín, Villaza o Albarellos, que traían reses vivas. Se colocaban en dependencias de vecinos. La curiosidad de algunos paisanos les aconsejaba estar pendientes desde el primer momento, deseosos de presenciar el sacrificio del animal. Con  un objeto contundente se le atizaba en la testuz, cayendo conmocionada la res al suelo, y entonces, antes de que se repusiera, era colgada y sangrada. 

Venía luego la labor de despiece. En un puesto de carnicería, estarían las diferentes partes  del animal troceadas y separadas en un mostrador. Allí, colocadas sobre donde se podía, se partía la carne según  la petición del cliente, sin andarse con muchos remilgos, más bien lo que correspondiese en razón a cómo estaba el corte.

Y es que en realidad aquel 15 de agosto era uno de los pocos días del año que la casi totalidad de los habitantes del pueblo iban a tener sobre la mesa carne de ternera -vitela- adquirida en el pueblo. Para el resto del año podía aprovecharse cualquier desplazamiento a Albarellos o alrededores para volver a casa con ese tipo de carne. Otra situación curiosa era que en el momento de comprar, en pleno verano, se llevase más que para una comida. En pleno agosto, y sin tener donde conservarla, era probable que en sucesivas comidas esa otra carne tuviera “un tufillo” especial. Pero en aquellos tiempos la gente se adaptaba a las circunstancias, no andaba con remilgos y las mujeres sabían de pequeños trucos para alargar el tiempo de conservación, desde el salado con aceite hasta su aprovechamiento en guisos para varios días.

Amanecía el día 15, festividad nacional de la Asunción.  Medeiros  se levantaba temprano. Sus vecinos vestían sus mejores galas, dentro de las limitadas posibilidades de los armarios de aquellos tiempos de escasez de todo. Había que aparecer bien vestido a la hora de la procesión, ceremonia que nadie se perdía. Se veían todos. Salía la comitiva con el sacristán portando la cruz, custodiado por los chavales con faroles. Luego, algún estandarte y, por supuesto, que no faltase la bandera de España. Todo ello, para acompañar a la protagonista del día, la imagen de la Patrona, Santa María de Medeiros y alguna otra, como la del Niño Jesús Salvador, que alargaba la devota comitiva. Gente amontonada, en grupo, seguía formando el cortejo religioso, sin que faltase una representación oficial, algún concejal del Ayuntamiento y el Pedáneo.

Foto: Jesús M. Rodríguez
La parte musical iba en función a las posibilidades que surgían de los cáculos del grupo “Del Coruñés”.  Solía venir -decían aquel año- Bandas de Música de lugares más o menos próximos, como Albarellos, Xironda, Parada de Xinzo, Cualedro y hasta en alguna ocasión se había presentado una Banda de Torre, de Portugal. Claro que el número de músicos en aquellos tiempos podía variar, porque como las dificultades económicas eran evidentes, llegaban a dividir tales bandas, repartiendo músicos  a diferentes lugares por razones económicas. 

Y, desde luego, los fuegos artificiales, "os fogos", que solían llegar de Pazos. No faltaban espontáneos dispuestos a lanzarlos, arrimando el mechero  clásico, el más usado, de mecha larga. Pero una cosa era tomar la decisión de coger la bomba con la mano izquierda, aplicarle el mechero con la derecha, y otra cosa esperar a que el cohete arrancara. Era frecuente que al improvisado fogueteiro le temblase el pulso al efectuar la maniobra y que el artefacto prendiese lento, empezara a humear pero no a salir, por lo que el asustado lanzador lo soltaba antes de tiempo, momento en que el cohete salía disparado, y su trayectoria,  lejos de ir hacia al cielo, se empeñaba a seguir entre los mortales, razón por la cual el personal se veía sorprendido al observar como el lugar donde cada uno estaba coincidía con la trayectoria desaforada de la bomba. Al ver chegar o foguete la gente escapaba por donde podía, aunque, a decir verdad, siempre iba a caer y explotar, afortunadamente, en alguna que otra horta próxima. 
Foto: Jesús M. Rodríguez


Creo que ya os había explicado que yo era un niño con mucho miedo a los fuegos. Por esos detalles, como los  impensables recorridos, mi pánico a los de Medeiros era mayor. Aunque también uno de los foguetes de tres estralos logró  hasta hacerme reír. Después de desconcertar a la procesión, se metió nunha leira  donde, ante el asombro del personal, caían derribadas berzas cortadas de cuajo, tantas como estralos tiña o foguete. Oye, de película de guerra....

La fiesta de la tarde, con el mismo grupo musical de la procesión, duraba hasta que la luz lo permitía. La luz del día claro, porque no olvidéis que en Medeiros no había luz eléctrica. 
La gente bailaba el agarrado, más o menos arrimado, según los casos de cada pareja. Estaba permitido el cambio, o chamado "permite", mediante el cual el hombre podía dejar que su pareja bailara con otro. Muchas mujeres bailaban entre ellas, y hasta niños y niñas se sumaban a la danza popular.

Y así hasta que entraba la noche y se ponía fin a una jornada especial, alegre, esperada y que hacía soñar ya con la próxima, o 15 do ano que ven. También para comer vitela. Pero eso será en otro nuevo relato....

1 comentario:

  1. Amigo Sobrino: Me siguen encantando tus historias y coincido contigo en que el 15 de agosto, es una de las festividades mas festeras que existen, a parte de ser La Asunción, es la fecha que eligió mi madre para traerme al mundo en Alicante, por eso salí yo tan festero!!!! Ja Ja Ja

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